miércoles, 16 de febrero de 2011

VENECIA

VENECIA

En el siglo XV, la República de Venecia, al extender sus dominios por el mar Adriático, se hace con el monopolio del comercio en el mundo y se transforma en una capital de tal esplendor que figuró ante toda Europa, como uno de los mayores centros políticos, culturales y artísticos del mundo. El renacimiento encontró en Venecia uno de sus centros más florecientes y fastuosos, incluso en los períodos de su decadencia política y militar.
Las características de la escuela veneciana son el colorido y la exaltación de la riqueza v como corresponde a una ciudad regida por una alta aristocracia que gusta de alegría de vivir, del esplendor, de la riqueza en sus procesiones, fiestas y banquetes. Da gran importancia al paisaje que se llena de luz, de color y y de poesía. Sus principales pintores son Giorgione, Tiziano, Tintoretto y Veronés.


La tempestad de Giorgione (1477-1510).  El pintor es un gran colorista y paisa¬jista, aplicará el color directamente sobre el lienzo, sin bocetos ni dibujos previos. Crea un desnudo femenino lleno de belleza.
En el color lo más importante es la riqueza tonal, y en la composición mezcla personajes y vegetación verticales con horizontales (puentes). El río y los perfiles volumétricos de los edificios señalan la línea de fuga y dejan a derecha e izquierda de la composición al personaje masculino y a la madre con el niño en pirámide bajo las raíces del árbol. Ante todo destaca el paisaje como verdadero asunto formal del cuadro.


Tiziano (1477-1576), es el máximo representante del Cínquecento veneciano. En Tiziano encontraremos la contraposición de tonos y ritmos distintos, la iluminación de escenas con representación de luces solares y una audacia representativa de la figura humana, sobre todo en un nuevo concepto del retrato. Como vivió largos años, su obra es extensa y va¬riada. Es un gran pintor de retratos. Tiziano realizó tres retratos de Carlos V; el que vemos  fue pintado en Augsburgo después de la batalla de Mühlberg y nos presenta un Carlos V avejentado y lleno de preocupaciones.
El monarca se recorta sobre un bellísimo paisaje de bosque, con un río (la batalla tuvo lugar     en las proximidades del Elba), en un retrato ecuestre que evoca los monumentos de los grandes emperadores romanos de la antigüedad: casco, lanza, coraza, manta del  caballo y penacho  que  remata  el casco    concluyen    la    composición. El caballo marcha al paso en un atardecer que deja los árboles a la izquierda más próximos y en contraste con el paisaje que se abre a la derecha.
Más allá de la descripción destacan los aspectos   formales.  La línea se ve comprometida  por  el  color y su  rica variedad tonal. Utiliza de manera activa el contraste- la vivacidad de los tintes del metal de la coraza contra el rojo de la manta y el penacho del caballo..
La composición deja muy clara la diferencia entre izquierda y derecha. La verticalidad del emperador y de los árboles, frente a la horizontal del paisaje y la diagonal de la lanza y del caballo. Todo anuncia el triunfo de su ejército frente a los protestantes.
En el Prado tenemos también La bacanal (hacia 1519) un cuadro de tema mitológico que nos presenta al autor como maestro en las calidades de la materia.
La aristocracia prefería los temas mitológicos para decorar sus palacios. La descripción de la obra nos aclarará su iconografía. Aríadna, a la derecha de la composición, observa cómo Teseo le abandona. Sin embargo, la alegre llegada del cortejo de Dionisio, dios del vino, precede al futuro enamoramiento de él con Ariadna. En el centro dos muchachas se embriagan después de haber acompañado con sus flautas una melodía.
El movimiento y su representación es uno de los motivos fundamentales de la obra y nos remite a la influencia de Miguel Ángel: difícil imaginar una postura, un escorzo, un ademán que Tiziano no haya utilizado en sus personajes. Un segundo factor son las calidades: la piel, la textura de los vestidos, la fidelidad de los objetos, sobre todo esa jarra que es el centro visual de la composición.
La tradición veneciana del color se enriquece aquí con tonos brillantes, cálidos, contrastados e intensos, asociados con la luz que articula zonas de penumbra, semipenumbra e iluminación y que contribuye a crear distintos planos de profundidad sobre la elipse central que abraza a un grupo de personajes. Todo al fin sirve a la propuesta de Tiziano en esta obra: un canto a los placeres de la vida.

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