En Valencia sobresalen Francisco Ribalta y José de Ribera. francisco RIbalta nació hacia 1564 en Solsona y muere en 1628 en Valencia. Su formación es probable la completase mediante un viaje a Italia. Su obra se distingue por su brillante colorido, seguridad de dibujo y tenebrismo, siendo sus obras maestras La visión de San Francisco y La Cena.
José DE ribera es quizá el más importante de nuestros pintores tenebristas. Natural de Játiva, donde nace en 1591 y muere en 1652. En sus obras pueden distinguirse dos etapas, una que llega aproximadamente hasta el cuarto decenio del siglo y que se caracteriza por el tenebrismo y en la que alcanza, como ningún otro pintor, la maestría en hacer destacar con crudeza sobre el fondo oscuro las figuras semidesnudas de apóstoles, santos, mártires o filósofos). Paulatinamente, en su obra se advierte una tendencia hacia los fondos claros, hasta llegar a fondos de luz dorada, persistiendo, no obstante, el crudo realismo y el valor plástico de las figuras, como el Martirio de San Bartolomé y La escala de Jacob, mientras en otras composiciones tiende, en este ambiente luminoso, hacia los tipos de belleza, y en otras, al característico realismo de la escuela española en el retrato, como en El Pateta.
El martirio de San Felipe (Ribera)
francisco de zurearán (1598-1664) De familia humilde, muy joven se traslada a Sevilla, donde entra en el taller de Pedro Díaz de Villanueva. Dos años más tarde, en 1616, pinta su primera obra conocida, La Concepción. Entre 1630-35 consta que hizo un viaje a la Corte, recibiendo el título de pintor del rey, que él utiliza desde 1638. A partir de esta fecha alterna su estancia en Madrid y Sevilla.
A Zurbarán se le ha considerado como un pintor estrictamente religioso, siendo lo mejor de su obra documentada los cuadros de santos de las Órdenes religiosas. En evidente paralelismo con la escultura barroca contemporánea, dota a sus figuras de un naturalismo y depurado espíritu religioso, llenas de vigoroso realismo y el efecto plástico de los plegados, quizá fruto de la utilización de modelos de escultura, contribuyendo al plasticismo el brillante colorido, lleno de armonías suaves. En su obra, muy numerosa, pueden advertirse una evolución desde la influencia de los tenebristas al amaneramiento y la blanda factura de la escuela sevillana de la segunda mitad del siglo. Es interesante su labor para las Órdenes religiosas, con los cuadros referentes a la Vida de San Pedro Nolasco, destinados al claustro del convento de la Merced de Sevilla, culminando esta etapa con La apoteosis de Santo Tomás de Aquino. Seguidamente pinta las dos series de los lienzos para la sacristía del monasterio de Guadalupe (La misa del P. Cabañuelas, el P. Illescas, etc.), y los destinados a la Cartuja de Jerez. Se distinguió también como pintor de bodegones, como retratista y como pintor de historia.
Puedes ver un artículo de la Wikipedia sobre Francisco de Zurbarán
bartolomé esteban murilLo nació en Sevilla en 1618 siendo el más joven de una numerosa familia. En Sevilla continúa viviendo y trabajando activamente hasta su muerte, en abril de 1632.
Murillo, uno de los pintores que más popularidad han alcanzado dentro y fuera de España, es el que acomoda los grandes valores de la pintura española al gusto estético de la época, dotándola de una gracia, de un amable tono femenino, que constituye el fundamento de su popularidad. Murillo renuncia a pintar, como sus predecesores, los santos viriles y ascetas, para acercarte más a !o familiar, al misticismo propio del catolicismo de la Contrarreforma, distinguiéndose por su dibujo impecable y su acertada elección del colorido. La Inmaculada Concepción envuelta en su manto azul sobre el hábito blanco, rodeada de pequeños ángeles, es una de sus más agraviadas creaciones, alcanzando enorme popularidad. Otra de sus más afortunadas creaciones son los niños, bien en realistas temas de género, como los niños comiendo melón, Los vendedores de frutas o el Niño mendigo, o en las exquisitas realizaciones de £í Divino Pastor y Los niños de la Concha. En su serie de obras religiosas expresa como ningún otro la íntima religiosidad del pueblo andaluz, en deliciosas composiciones como la Sagrada Familia del pajarito y las numerosas representaciones de la Virgen del Niño.
La Sagrada Familia del pajarito
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