miércoles, 16 de febrero de 2011

ESCULTURA DEL CINQUECENTO

ESCULTURA
Miguel Ángel

En la escultura del Cinquecento destaca por encima de todas la obra de MIGUEL ÁNGEL BUONAROTI.  Lo  importante  de  su  creación  es  que  abarca  todo   un  ciclo  evolutivo: representará las más altas cotas del clasicismo renacentista y situará su obra final más allá del manierismo. Varios son los rasgos principales:
a)    Exaltación del tipo heroico.
b)   Alto grado de perfección que le obliga a llevar a cabo personalmente las obras; desde la elección del bloque en la cantera hasta el pulimentado final.
c) La obra la concibe como una masa compacta que se aisla del espacio que le rodea, eliminando huecos y proyecciones.
d)   Fuerza al espectador a un punto de vista preferentemente frontal. Una vez que el observador se encuentra en esta situación le presenta la ausencia de reposo efectivo, también llamada terribilitá, porque sus obras están a punto de una acción que no termina de consumarse.
e)    Al final de su obra nos encontramos con el "non finito". El inacabado de estas piezas ha sido interpretado de varios modos. Quizá estemos ante la muestra de la insatisfacción del artista debido al problema de dar forma acabada a los movimientos del espíritu a través de la materia.
La Piedad vaticana (1498-1500) es una obra de juventud. Aquí el artista se somete al modelo iconográfico clásico del tema de la Piedad. Sin embargo tiene que resolver el problema del naturalismo. Elige una María joven y le da un canon mayor al de Jesús. El sistema de inestabilidad se cumple y el resultado es un lado izquierdo sólido mientras que el derecho queda inestable. Cristo se convierte en una línea quebrada de cuerpo apolíneo y su desnudez le da fuerza visual frente al drapeado violento de la Virgen que baja la mirada y está en posición oferente.
Delante del Palazzo Vecchio, en la Plaza de la Signaría de Florencia, se situó hasta 1873 El David, sin duda una de las principales obras de la escultura mundial. Quería ser el símbolo de la capital de la Toscana. la inteligencia es la fuerza de Florencia, el arma con la que vencer a sus poderosos enemigos. Fue comenzada en 1501 cuando el artista contaba con 21 anos.
La perfección de este cuerpo recuerda el clasicismo griego de Fídias. Con esa mirada terrible, con la tensión de este David monumental. Esta obra ha sido considerada por unos símbolo de la libertad, por otros como de la fortaleza,
Elige para su trabajo un bloque de mármol de enormes proporciones (4'5m.), alargado y estrecho, lo que le obliga a formas centrípetas que dejan la obra inscrita en un rectángulo. Se rompe con la iconografía clásica y aquí David ya no es el muchacho de la Biblia sino un héroe clásico.
La  terribilitá es patente: hace presente la tensión porque el personaje está representado en el momento en que va a lanzar la honda que acabará con Goliat, personaje que está ausente de la obra pero que se encuentra implícito en la misma.
El Moisés es obra posterior (1513-1516) y se encuentra en San Pietro in Vincoli de Roma formando parte del mausoleo inacabado de Julio II. Para muchos encontraremos aquí una superación del clasicismo y la influencia del Laocoonte que se había descubierto en 1506.
Estamos ante una estatua sedente que ya no es una figura autónoma sino que se explica en el conjunto iconográfico de la tumba. Dos son los factores estéticos que destacan. En primer lugar la expresividad que gana al clasicismo y, en segundo lugar, el movimiento de la composición. Las piernas se disponen una hacia fuera y la otra hacia atrás; los brazos los coloca uno hacia arriba y otro hacia abajo; completa el contrapposto con el giro de la cabeza. La verticalidad se marca en su eje y dos líneas curvas simétricas completan la composición que se circunscribe a un definido volumen.

La escultura manierista se caracteriza por las formas ornamentales y sinuosas que buscan deliberadamente el desequilibrio. Constituye una postura crítica ante los grandes maestros del clasicismo anterior. Destacan Giambologna, Bandinelli y Cellini.
Es un escultor de formas  refinadas  que  se  manifiestan  en  desnudos  antinaturalistas  y perfiles   finos,   alargados  y   de   siluetas   sinuosas.   Una   de  sus   obras fundamentales es el Perseo (1545-1554). La escultura, en bronce y bulto redondo, tiene 519 m de altura y una base en mármol. Perseo sostiene en sus manos la cabeza degollada de Medusa, un ser maligno que tenía serpientes en vez de cabellos y que simboliza la culpabilidad reprimida. Enfrentarse a Medusa es afrontar con valentía nuestra propia sinceridad, mirar a la cara nuestras propias culpas. En clave mitológica es la personificación del triunfo, en este caso el de Cosme I de Mediéis sobre sus oponentes en la república. Lo primero que debe destacarse es la complejidad de la ejecución y el alarde técnico que supone. Inicialmente el artista presentó un pequeño modelo de barro para que el mecenas aprobara su ejecución, pasando después a fabricar los hornos donde llevaría a cabo el fundido por la técnica de la cera perdida en un solo bloque. Perseo se apoya sobre el cuerpo decapitado de Medusa, que se retuerce en una exagerada complicación. Los brazos aparecen separados del tronco y uno de ellos sostiene a gran distancia la cabeza de su víctima, de cuyo cuerpo chorrea la sangre que se solidifica, deteniendo así el movimiento en su instantaneidad. Destaca por tanto la forma abierta y el movimiento así como los detalles anatómicos y la multiplicación de los puntos de vista. Las extremidades se flexionan con la expresión de la línea curva tan propia del manierismo. El virtuosismo se aprecia también en el pedestal donde Cellini coloca pequeñas esculturas de bronce elaboradas con igual primor que la figura principal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario