La pintura de los impresionistas nace de la obra de los realistas, pero no comparten con ellos el interés social y moral por determinados temas. Les interesa más «cómo» pintan, más que «lo que pintan». Los impresionistas forman el primer movimiento consciente y coherente que posee la voluntad colectiva de crear un arte nuevo y que mantendrán contacto permanente y exposiciones conjuntas.
Su importancia radica tanto en las innovaciones pictóricas que proponen como en la dinámica de cambio y renovación que imprimen al arte occidental.
Las primeras exposiciones colectivas que hacen (puesto que han sido rechazados de los salones oficiales), provocan el desprecio y la burla de los críticos de su tiempo que no entendían un cuadro sin formas ni dibujo con apariencia de esbozo inacabado.
Pertenecen a este movimiento Sisley, Monet, Morissot, Degas, Pissarro, Renoir, Bazile y otros.
Su importancia radica tanto en las innovaciones pictóricas que proponen como en la dinámica de cambio y renovación que imprimen al arte occidental.
Las primeras exposiciones colectivas que hacen (puesto que han sido rechazados de los salones oficiales), provocan el desprecio y la burla de los críticos de su tiempo que no entendían un cuadro sin formas ni dibujo con apariencia de esbozo inacabado.
Pertenecen a este movimiento Sisley, Monet, Morissot, Degas, Pissarro, Renoir, Bazile y otros.
Las aportaciones más notorias de esta corriente pictórica son las siguientes:
- Nueva forma de entender los temas representados. Todos los temas son válidos, sólo existen cuadros mal o bien resueltos. A pesar de ello existe una tendencia a pintar temas banales o intrascendentes, pues favorece la preponderancia de la forma sobre el fondo que ellos postulan. Sienten pasión por la pintura al aire libre: paisajes, marinas, vistas fluviales, fiestas populares, etc.
- Nueva valoración de la Luz. «Es la cantidad y la calidad de la luz la que nos ofrece una u otra configuración visual del objeto», los objetos sólo se ven a través de ¡a luz que incide sobre ellos. La preocupación básica de los impresionistas fue captar los efectos cambiantes de la luz sobre los objetos de la naturaleza y encontrar el modo de traducir en pintura esas percepciones. La fascinación por los cambios de la luz les llevó en múltiples ocasiones a pintar un mismo motivo a diferentes horas del día o en diferentes estaciones. Emplean tonos puros, los colores que comprende la gama solar, utilizando sólo colores complementarios para indicar sombras; apenas usan el negro (el dibujo no les importa).
- Nueva técnica de aplicación del color a partir de la acumulación de manchas de color planas distribuidas con pinceladas yuxtapuestas sueltas cortas y ligeras. Con esta técnica se consigue una disociación del color y un gran cromatismo que da fluidez a la realidad y crea una sensación de inmediatez permanente en todas sus obras.
- Nueva relación con el público. El espectador no puede adoptar una postura pasiva, pues el cuadro se presenta como algo inacabado que debe ser concluido mentalmente en la retina de quién lo observa.
AUGUSTE RENOIR (1841-1919)
Su principal aportación consiste en llevar las conquistas impresionistas a la representación de la figura humana, aunque considera a ésta como un motivo constitutivo del paisaje y carente de todo contenido social.
Su pintura presenta una gran fluidez de pincelada y un encendido cromatismo que sobrepasa las teorías impresionistas.
Renoir, a diferencia de los demás impresionistas, sigue preocupado por el volumen y la densidad.
Nacido en Limoges, hijo de una modesta familia. Renoir fue, sin embargo, un pintor de los aspectos Judíeos y divertidos de la vida. «El Columpio» pintado en 1876 es un claro ejemplo del vitalismo y el colorido con que representa los temas más banales.
EDGAR DEGAS (1843-1917)
Recibió una formación más académica que sus compañeros que se hará evidente en la utilización del dibujo en sus representaciones. La temática de su pintura difiere de la del resto de los impresionistas, representando escenas y tipos costumbristas de ciudadanos, especialmente en el mundo del ballet. Nunca le interesaron los espacios abiertos ni la luz natural, con excepción de las carreras de caballos donde al paisaje apenas le da importancia. En «Danzarinas en su camerino», Degas es un maestro del dibujo y de la representación de personajes y escenas en actitudes naturales y fugaces.
EL POSTIMPREIONISMO
Después de 1880, el impresionismo se disuelve como grupo. Los nuevos artistas, que toman contacto con la primera generación impresionista en sus últimas exposiciones, revisan y sistematizan las aportaciones del movimiento cada uno por su lado abriendo paso a la variedad de estilos que proliferaá en el siglo XX. Puntillistas como Seurat o Signac, personalidades artísticas como Cézanne, Van Gogh, Gaugin. Toulouse-Lautrec, son impresionistas tan sólo en un sentido amplio, por cuanto parten de ellos y siguen em principio su técnica. Más adelante ésta se subordina a la expresión, al sentimiento.
Georges Seurat:(1859-919) Poseía una formación académica y una clara admiración por Delacroix pero fue atraído por el tratamiento de la luz y el color de los impresionistas. Basándose en la teoría del color de Chevreul, desarrolló un enfoque sistemático del color y la línea con una precisión matemática. En "la tarde de Domingo en la la Grande Jatte", Seurat crea la técnica puntillista o divisionista consistente en aplicar la pintura en pequeños toques de colores puros que se funden en la retina del espectador.
PAUL CÉZANNE (1839-1906)
Pintor autodidacta que durante su juventud sintió las inquietudes del movimiento impresionista a que perteneció. Más tarde la obsesión impresionista por captar los efectos cambiantes de la luz sobre la naturaleza le resultaría incómoda. La búsqueda de algo más duradero que captar una impresión fugaz le llevará a sentar las bases de una nueva formulación de la pintura.
Se interesa por las formas y los volúmenes intentando expresar la solidez y permanencia de las cosas. lo que tiene de estable la realidad.
Para obtener esto mantiene la técnica impresionista y utiliza el color para modelar los objetos. Representa estos en su estructura tridimensional a partir de diferentes perspectivas y planos con el fin de «traducir la naturaleza en términos de la esfera, el cono y el cilindro». Estas experiencias que pretender desdoblar las figuras desde diferentes planos focales serán recogidas posteriormente por el cubismo
«Jugadores de Cartas», es esta una obra plenamente figurativa de Cczanne. A su concepción arquitectónica de la composición añade aquí un sentimiento claramente expresionista por el tratamiento dado a los personajes, en el que es patente su simpatía y solidaridad.
Pintor autodidacta que durante su juventud sintió las inquietudes del movimiento impresionista a que perteneció. Más tarde la obsesión impresionista por captar los efectos cambiantes de la luz sobre la naturaleza le resultaría incómoda. La búsqueda de algo más duradero que captar una impresión fugaz le llevará a sentar las bases de una nueva formulación de la pintura.
Se interesa por las formas y los volúmenes intentando expresar la solidez y permanencia de las cosas. lo que tiene de estable la realidad.
Para obtener esto mantiene la técnica impresionista y utiliza el color para modelar los objetos. Representa estos en su estructura tridimensional a partir de diferentes perspectivas y planos con el fin de «traducir la naturaleza en términos de la esfera, el cono y el cilindro». Estas experiencias que pretender desdoblar las figuras desde diferentes planos focales serán recogidas posteriormente por el cubismo
«Jugadores de Cartas», es esta una obra plenamente figurativa de Cczanne. A su concepción arquitectónica de la composición añade aquí un sentimiento claramente expresionista por el tratamiento dado a los personajes, en el que es patente su simpatía y solidaridad.
PAUL GAUGIN (1848-1903)
Gaugin tomando el impresionismo como punto de partida llevará el simbolismo a la pintura. Su obra se caracteriza por la vuelta al dibujo, el uso de colores planos y brillantes contorneados frecuentemente con tonos oscuros o negros.
Su estancia, largos años, en Tahití y la Dominica influye en sus temas, siendo sus cuadros de nativo las representaciones más conocidas de Gaugin. Se le na denominado primitivista porros temas representados y por el recuerdo de la pintura egipcia que suscitan sus composiciones.
Su pintura expresa más un estado de ánimo que una realidad, es antinatural. Esta pretensión justifica la ausencia deliberada de relieve en los planos y el uso esplendoroso de colores puros y vivos
La obra de las tahitianas: La obra se caracteriza por la exaltación del color, las figuras grandes y contorneadas de manera nítida como si fueran tallas de madera. En este cuadro renuncia a la perspectiva, a una composición convencional, suprime el modelado y las sombras, e identifica la sensación de plano igual que en la pintura japonesa.
Las figuras representadas corresponden a dos mujeres indígenas de los Mares del Sur sentadas en al playa. Una de ellas, de perfil, destaca por su falda roja, en la que la planitud del color se acentúa con las flores blancas. La figura de la derecha, de frente, viste vestido de tonos rosas con pinceladas claras que ayudan a romper la sensación plana del color que por otra parte se acentúa con las líneas oscuras. Se caracterizan por la rotundidad de los volúmenes y la violencia del color que actúa como auténtico protagonista de la escena. Extiende los colores puros (azul, amarillo..), en campos extensos dentro de gruesas líneas de contorno y consigue armonizar las masas cromáticas de figuras con la naturaleza. La composición es muy simple, rechaza la perspectiva y crea un fondo cerrado en el que sobresalen formas planas y líneas definidas.
Así lo podemos apreciar en estas Tahitianas, figuras grandes, contorneadas, como si fueran tallas de madera sobre la arena. Las renuncias son evidentes: la perspectiva ha desaparecido y las franjas que representan el mar no son más que bandas superpuestas; el modelado casi no existe porque las sombras se han suprimido y todo da la sensación de un plano como las estampas japonesas. La violencia y la significación la encontramos en el color: falda roja y flores blancas; tonos rosas para la mujer de la derecha, en contraste siempre con el color de sus pieles. Este color se extiende de manera pura, en campo extenso y dentro de gruesos contornos.
El espacio carece de profundidad porque es un ámbito poético, místico; todo parece
arbitrario y antinaturalista porque está dictado por la emoción.
La obra tiene un sentido de la belleza con la que el autor nos transmite el sentimiento y la poesía contenidos en el espíritu del indígena, del buen salvaje. Como en todas sus obras, en ésta se impone el contenido simbólico.
Las figuras representadas corresponden a dos mujeres indígenas de los Mares del Sur sentadas en al playa. Una de ellas, de perfil, destaca por su falda roja, en la que la planitud del color se acentúa con las flores blancas. La figura de la derecha, de frente, viste vestido de tonos rosas con pinceladas claras que ayudan a romper la sensación plana del color que por otra parte se acentúa con las líneas oscuras. Se caracterizan por la rotundidad de los volúmenes y la violencia del color que actúa como auténtico protagonista de la escena. Extiende los colores puros (azul, amarillo..), en campos extensos dentro de gruesas líneas de contorno y consigue armonizar las masas cromáticas de figuras con la naturaleza. La composición es muy simple, rechaza la perspectiva y crea un fondo cerrado en el que sobresalen formas planas y líneas definidas.
Así lo podemos apreciar en estas Tahitianas, figuras grandes, contorneadas, como si fueran tallas de madera sobre la arena. Las renuncias son evidentes: la perspectiva ha desaparecido y las franjas que representan el mar no son más que bandas superpuestas; el modelado casi no existe porque las sombras se han suprimido y todo da la sensación de un plano como las estampas japonesas. La violencia y la significación la encontramos en el color: falda roja y flores blancas; tonos rosas para la mujer de la derecha, en contraste siempre con el color de sus pieles. Este color se extiende de manera pura, en campo extenso y dentro de gruesos contornos.
El espacio carece de profundidad porque es un ámbito poético, místico; todo parece
arbitrario y antinaturalista porque está dictado por la emoción.
La obra tiene un sentido de la belleza con la que el autor nos transmite el sentimiento y la poesía contenidos en el espíritu del indígena, del buen salvaje. Como en todas sus obras, en ésta se impone el contenido simbólico.
VINCENT VAN GOGH (1853-1890)
Van Gogh comenzó a pintar cuando ya tenía treinta años por lo que su vida artística dura menos de diez años. Se sintió atraído inicialmente por los realistas, especialmente por Millet. Su pintura se basa en este período en pocos colores fundamentales, es una pintura densa, monocroma y pardusca. En París conoció la obra de los impresionistas y postimpresionistas así como los grabados japoneses; tras esto su obra sufre un gran cambio perdiendo toda su carga social.
Su pintura aportó una dimensión emocional al impresionismo. Despoja a sus imágenes de lo superfluo dejando lo banal en la vaguedad y acentuando lo esencial con contornos de líneas pronunciadas y de colores intensos.
Van Gogh comenzó a pintar cuando ya tenía treinta años por lo que su vida artística dura menos de diez años. Se sintió atraído inicialmente por los realistas, especialmente por Millet. Su pintura se basa en este período en pocos colores fundamentales, es una pintura densa, monocroma y pardusca. En París conoció la obra de los impresionistas y postimpresionistas así como los grabados japoneses; tras esto su obra sufre un gran cambio perdiendo toda su carga social.
Su pintura aportó una dimensión emocional al impresionismo. Despoja a sus imágenes de lo superfluo dejando lo banal en la vaguedad y acentuando lo esencial con contornos de líneas pronunciadas y de colores intensos.
En la época final de su vida artística su pincelada se hace ondulante y frenética. Los cuadros que pinta reflejan sus estados de ánimo que acabarán llevándole al suicidio. Se le considera como precursor del Expresionismo por su voluntad de transmitir sus sentimientos y su mundo interior a través del color y la materia.
La noche estrellada (1889). Es esta una obra muy representativa de su última producción. La materia y los objetos se retuercen bajo su violenta pincelada de trazos curvos.
El tema, un cielo nocturno, ya lo había escogido anteriormente en una visión del río Ródano. Quería pintar una noche estrellada como muestra del trabajo que la imaginación podía aportar a la pintura. Hace un nocturno puro en el que apenas hay luz artificial, donde lo que domina son las estrellas y la luna de líneas agitadas y deformadas de tonos amarillos.
Quizá quiso pintar una alegoría de la muerte y del destino del alma que, según su creencia, eran los astros. Las estrellas y la luna son presa de una gran agitación que parece anunciar un cataclismo. Los cipreses de primer plano se elevan al cielo como llamas encendidas; también asciende la aguja de la iglesia. ¿Y el cielo? Se trata de un torbellino de estrellas. En este cuadro se ven los dos elementos, que junto con los lirios o los girasoles le obsesionó representar: las estrellas y los cipreses. Es la Naturaleza de los impresionistas, es la pintura del aire libre. EI pintor buscaba el consuelo a través de las representaciones de la naturaleza. Las estrellas le hacen soñar, pero es un sueño que lleva a la muerte. Los cipreses le interesan por su belleza de líneas y proporciones comparables, incluso a un obelisco egipcio y por sus diferentes tonalidades de verde.
En esta obra la técnica pictórica es la habitual en el autor. Pinta lienzos al óleo, con colores fuertes utilizando amarillos, verdes y azules. En este caso de sus nocturnos una especial utilización del amarillo y azul para jugar con efectos de luces y sombras. Las pinceladas son habitualmente gruesas y retorcidas en bandas hasta casi concéntricas como en esa luna-sol o en cada una de las estrellas. Las montañas y las casas se confunden en esas líneas de diferentes azules. Lo que más destaca de la línea de tierra es los dos cipreses- uno alto y otro que parece apoyarse en el primero- que de manera ondulante y sinuosa actúan de nexo de unión con el cielo y parecen perderse en la altura. En contraposición dispone de un cielo donde está el amarillo a través de líneas atormentadas que nos dan una visión de inquietud y poco sosiego. El cielo se mueve como un mar en líneas ondulantes. Es la naturaleza doblegada a las formas de su pensamiento.
La noche estrellada (1889). Es esta una obra muy representativa de su última producción. La materia y los objetos se retuercen bajo su violenta pincelada de trazos curvos.
El tema, un cielo nocturno, ya lo había escogido anteriormente en una visión del río Ródano. Quería pintar una noche estrellada como muestra del trabajo que la imaginación podía aportar a la pintura. Hace un nocturno puro en el que apenas hay luz artificial, donde lo que domina son las estrellas y la luna de líneas agitadas y deformadas de tonos amarillos.
Quizá quiso pintar una alegoría de la muerte y del destino del alma que, según su creencia, eran los astros. Las estrellas y la luna son presa de una gran agitación que parece anunciar un cataclismo. Los cipreses de primer plano se elevan al cielo como llamas encendidas; también asciende la aguja de la iglesia. ¿Y el cielo? Se trata de un torbellino de estrellas. En este cuadro se ven los dos elementos, que junto con los lirios o los girasoles le obsesionó representar: las estrellas y los cipreses. Es la Naturaleza de los impresionistas, es la pintura del aire libre. EI pintor buscaba el consuelo a través de las representaciones de la naturaleza. Las estrellas le hacen soñar, pero es un sueño que lleva a la muerte. Los cipreses le interesan por su belleza de líneas y proporciones comparables, incluso a un obelisco egipcio y por sus diferentes tonalidades de verde.
En esta obra la técnica pictórica es la habitual en el autor. Pinta lienzos al óleo, con colores fuertes utilizando amarillos, verdes y azules. En este caso de sus nocturnos una especial utilización del amarillo y azul para jugar con efectos de luces y sombras. Las pinceladas son habitualmente gruesas y retorcidas en bandas hasta casi concéntricas como en esa luna-sol o en cada una de las estrellas. Las montañas y las casas se confunden en esas líneas de diferentes azules. Lo que más destaca de la línea de tierra es los dos cipreses- uno alto y otro que parece apoyarse en el primero- que de manera ondulante y sinuosa actúan de nexo de unión con el cielo y parecen perderse en la altura. En contraposición dispone de un cielo donde está el amarillo a través de líneas atormentadas que nos dan una visión de inquietud y poco sosiego. El cielo se mueve como un mar en líneas ondulantes. Es la naturaleza doblegada a las formas de su pensamiento.
TOULOUSE-LAUTREC (1864-1901)
De familia aristocrática y enfermo, no tuvo ningún interés por la pintura al aire libre. Su pintura se sitúa en la misma línea de observación realista de Degas. Utiliza temas tomados de los bajos fondos parisinos, de los cabarets, las bailarinas, etc. Su pintura es esencialmente dibujo, lleno de expresión y con intención caricaturesca. Interesado en el mundo del movimiento, tanto las danzas como las carreras de caballos y las acrobacias circenses. A él corresponde el mérito de haber convertido el arte en un medio de comunicación al realizar carteles propagandísticos para grandes cabarets.
En la parte superior de la escena, Lautrec nos coloca el anuncio del local con letras claras, repetidas en rojo. A la derecha del anuncio del local, la actividad que se desarrolla todas las noches con letras diferentes y en negro. Bajo las letras, el nombre de la bailarina que protagoniza la escena y que es la principal atracción del local.
La figura de la bailarina, que, en arriesgada pirueta, levanta la pierna tal y como lo hacen las bailarinas de “can can”, se distingue claramente sobre un fondo de siluetas negras, que son el público asistente. La bailarina lleva una blusa de un vivo color rojo, y se ve una enorme mancha blanca que son las enaguas. Contrastando con el blanco, el negro de las medias.
En primer plano, una silueta masculina con enorme chistera que el pintor trata como si fuera una caricatura, exagerando sus rasgos y su actitud gesticulante. Como fondo y base del dibujo, el suelo, en tono claro, que soporta la escena y los personajes con una serie de líneas perpendiculares que contribuyen a recrear espacialmente el local. La mancha amarilla de la izquierda completa el cuadro y acentúa su colorismo, y atrae la vista del espectador aún desde lejos.
Estamos ante una obra de carácter y finalidad publicitaria, lo que condiciona no sólo la técnica, sino también el modo de desarrollar la escena. El autor, extraordinario dibujante y con una completa formación académica, abandona los criterios y la técnica clásica y se deja influenciar por las nuevas experiencias de los impresionistas, sobre todo de Degas, pero principalmente por las novedades y el descubrimiento de la estampa japonesa. El grabado japonés había llegado a Francia durante el siglo XIX de una forma absolutamente casual, como envoltorio de la porcelana, y fue descubierto por algunos pintores, sobre todo impresionistas, que se sintieron admirados de cómo los artistas japoneses tradicionales conseguían resolver las escenas, generalmente paisajes, con una gran claridad y sin embargo con una enorme economía de líneas y colores. Eran pinturas en las que predominaba la línea del dibujo, negra, que contorneaba las distintas figuras y que además utilizaban colores planos en los fondos, generalmente blancos. Eran escenas de gran simplicidad, de fácil comprensión, pero extraordinariamente poéticas y cuyo mensaje llegaba al espectador de una manera inmediata.
Todas esas características: su aparente facilidad y su mensaje directo, además de la novedad, atrajeron a Lautrec, que las interpreta y personaliza haciéndolas características de su obra, sobre todo de la litográfica, corno la que estamos comentando. Su dibujo seguro se une en el pintor al manejo del color puro, así como a su personal visión del mundo y de los personajes de modo caricaturesco y desenfadado, sobre todo en aquellas escenas y protagonistas que pertenecen al mundo de la farándula tan frecuentado y habitual del autor que plantean los impresionistas. Para el pintor la búsqueda del instante pictórico
La figura de la bailarina, que, en arriesgada pirueta, levanta la pierna tal y como lo hacen las bailarinas de “can can”, se distingue claramente sobre un fondo de siluetas negras, que son el público asistente. La bailarina lleva una blusa de un vivo color rojo, y se ve una enorme mancha blanca que son las enaguas. Contrastando con el blanco, el negro de las medias.
En primer plano, una silueta masculina con enorme chistera que el pintor trata como si fuera una caricatura, exagerando sus rasgos y su actitud gesticulante. Como fondo y base del dibujo, el suelo, en tono claro, que soporta la escena y los personajes con una serie de líneas perpendiculares que contribuyen a recrear espacialmente el local. La mancha amarilla de la izquierda completa el cuadro y acentúa su colorismo, y atrae la vista del espectador aún desde lejos.
Estamos ante una obra de carácter y finalidad publicitaria, lo que condiciona no sólo la técnica, sino también el modo de desarrollar la escena. El autor, extraordinario dibujante y con una completa formación académica, abandona los criterios y la técnica clásica y se deja influenciar por las nuevas experiencias de los impresionistas, sobre todo de Degas, pero principalmente por las novedades y el descubrimiento de la estampa japonesa. El grabado japonés había llegado a Francia durante el siglo XIX de una forma absolutamente casual, como envoltorio de la porcelana, y fue descubierto por algunos pintores, sobre todo impresionistas, que se sintieron admirados de cómo los artistas japoneses tradicionales conseguían resolver las escenas, generalmente paisajes, con una gran claridad y sin embargo con una enorme economía de líneas y colores. Eran pinturas en las que predominaba la línea del dibujo, negra, que contorneaba las distintas figuras y que además utilizaban colores planos en los fondos, generalmente blancos. Eran escenas de gran simplicidad, de fácil comprensión, pero extraordinariamente poéticas y cuyo mensaje llegaba al espectador de una manera inmediata.
Todas esas características: su aparente facilidad y su mensaje directo, además de la novedad, atrajeron a Lautrec, que las interpreta y personaliza haciéndolas características de su obra, sobre todo de la litográfica, corno la que estamos comentando. Su dibujo seguro se une en el pintor al manejo del color puro, así como a su personal visión del mundo y de los personajes de modo caricaturesco y desenfadado, sobre todo en aquellas escenas y protagonistas que pertenecen al mundo de la farándula tan frecuentado y habitual del autor que plantean los impresionistas. Para el pintor la búsqueda del instante pictórico
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