Desde los inicios de la cultura griega la temática de la escultura griega, relieve, cerámica, estatuillas, etc, se centra siempre en la figura humana. De todas estas técnicas, la gran escultura de bulto redondo será la más propicia para plasmar la grandeza y la perfección con las que los griegos concebían el cuerpo humano.
Al igual que en la arquitectura, existe una periodización escultórica que es la siguiente:
En principio y como ya hemos visto, se trata de un arte humanista (el ser humano es la medida), pero tamizado por la idea de "lo bello" y "lo bueno", lo que obliga a corregir la propia naturaleza para mejorarla según unos modelos y paradigmas.
Los materiales son el bronce, la piedra o el mármol, en la mayoría de los casos coloreados y con incrustaciones de materias vítreas en los ojos y láminas rojizas en los labios.
Se trata de una escultura de bulto redono y en relieve que se adapta al marco arquitectónico
Para poder comparar las distintas etapas hay que tener en cuenta:
El verdadero periodo arcaico comprende los siglos VII y VI a. C.. Anteriormente se sabe de la existencia de los "xóana", exvotos estilizados de carácter mágico que eran normalmente de madera y se convirtieron en los antecedentes de los KURÓS y KORÉ, modelos masculino y femenino respectivamente de la escultura arcaica.
Es difícil establecer clasificaciones rigurosas porque muchos de los artistas que los ejecutaban circulaban fácilmente por el mundo griego. Lo significativo empiezan a aparecer obras firmadas lo que nos habla de que la valoración del artista es que crecia notablemente.
La Dama de Auxerre es una figura de líneas elementales, actitud exvota, escultura bloque. De cintura para arriba se intenta dar un cierto naturalismo femenino. Se descubrió en Creta y pasa por ser la primera obra que se conserva completa; se trata de una estatua votiva y destaca su sentido de frontalidad, el pelo sigue la moda egipcia del peinado en pisos, desproporciones evidentes (las manos) nos alejan del naturalismo. Otra xoana en piedra es la Hera de Samos, ya de la primera mitad del s. VI y con características similares, las cuales se pueden resumir en rigidez, hieratismo, frontalidad y sentido de bloque.
El Kurós (Kuroi en plural) son atletas vencedores en los juegos, héroes desnudos y representados de pie, con los brazos pegados al cuerpo y la pierna izquierda adelantada. Todavía son figuras demasiado estáticas e inexpresivas, acusando un cierto frontalismo de influencia oriental, con los ojos demasiado prominentes y el pelo es una masa compacta surcada por líneas geométricas que caen sobre la espalda.
Estos Kuroi irán evolucionando hacia un naturalismo y una elegancia cada vez mayor.
Estilo Severo
La tipología de Kurós y Koré evoluciona en formas anatómicas, en pliegues de los vestidos, en peinados, se elimina poco a poco ese hieratismo, esa sonrisa arcaica inexpresiva. Así llegamos al primer tercio del siglo V donde la escultura atraviesa una fase de transición que preludia la época arcaica. La producción artística del estilo severo se caracteriza por una cierta idealización de la figura humana pero mucho más cercana a la realidad, expresión seria de la figuras (como contrapunto a la sonrisa arcaica), el equilibrio, la serenidad y la dignidad en el tratamiento de las divinidades.
El ejemplo más representativo del estilo severo es el Aúriga de Delfos. En esta época las técnicas del bronce adelantan a las del mármol (cera perdida). Esta es una obra en bronce que data del 474 a.C. y es atribuida a Pitágoras de Samos. Es la única figura del grupo que se conserva y muestra al conductor de una cuádriga victoriosa, encargada por el tirano Polyzalos de Gela para conmemorar su victoria en una carrera de cuadrigas en Delfos. Vemos en él todavía una cierta rigidez pero el naturalismo es muy superior al kurós arcaico, sobre todo en la parte superior del chitón que está mucho más cuidadao que la parte inferior; el cabello también se trata con natulaismos. Otro ejemplo de este período es el grupo de los Tiranicidas del broncista Kritios. En ellos vemos una gran evolución en cuanto al estudio de las anatomías, con poses muy definidas.
Periodo Clásico
El siglo V representa para el arte griego su momento clásico. Conquistada la técnica, el artista expresa la idealidad soñada por la Grecia de Ferícles. La humanidad se diviniza. Este momento se halla representado por la gran triada: Mirón, Fidias, Policleto,
MIRÓN, natural de Eleutere, en Beocia, es escultor en bronce, distinguiéndose esencialmente por su sentido del movimiento. Sus obras las conocemos a través de copias: tales son el grupo de Atenea y Marsyas, y el Discóbolo, representación de un joven atleta en el momento de lanzar el disco.
El artista más representativo de la escultura ática en el siglo V es FIDIAS, nacido hacia 490 a. C., y al parecer educado en una ciudad jonia. Su actividad se concentra fundamentalmente en torno a la acrópolis ateniense. Fidias aporta a la perfección técnica una vida espiritual idealizada que informa todas sus obras, siendo por esto el
más genuino representante del arte clásico griego. De sus obras no ha llegado a nosotros ninguna original, y aun, en la mayoría de los casos, las copias son atribuciones, sin que pueda precisarse hasta qué punto responden a la obra del maestro.
De la gran estatua criselefantina (en oro y marfil.) de Zeus, que hizo para el santuario de Olimpia, sólo nos quedan algunas descripciones y su representación en las monedas, que nos permiten darnos una somera idea de ésta, una de sus obras maestras. Del mismo tipo, también criselefantina, era la gran estatua de Athenea Parthenos, que se alzaba en la cella del Parthenón ateniense, la que conocemos fundamentalmente a través de una pequeña copia, llamada del Varvakion, en el Museo de Atenas. Son obras suyas los dos frontones del Parthenón: el oriental, con la representación del nacimiento de Atenea de la frente de Zeus, y el occidental, que representaba, según Paussnias, el combate entre Poseidón y Atenea por la posesión del Ática; ambos, en estado fragmentario, se hallan en el British Museum, Bajo su dirección se ejecutaron también las noventa y dos metopas del Parthenón, con representaciones de combates de gigantes, centauros y episodios de la guerra de Troya, y el magnífico friso de las Panateneas, en el exterior de la cella, en el que se representaba la procesión que se organizaba anualmente para ofrendar a la diosa Atenea el peplo tejido por las vírgenes atenienses.
Más joven que Fidias es POLICLETO de Sicione, que forma con Mirón y Fidias la gran triada del siglo V.
Policleto se distingue esencialmente por fijar las proporciones ideales del cuerpo humano. A este respecto, con sus obras características el Doríforo o portador de lanza, conocido por «el canon», por ser en ella donde más claramente se fija la proporcionalidad entre las diversas partes del cuerpo humano; repitiéndose el tipo en el Diadúmenos, atleta que se ciñe la cabeza con la cinta de la victoria en los juegos. Relacionados con su estilo se hallan la Amazona herida, del Museo de Berlín, y el Efebo, bronce del Museo de Florencia, única obra que se supone original.
Al carácter idealista de las obras de Fidias y a la búsqueda de una proporcionalidad física en las obras de Polícleto sucede, en el siglo IV, un período en que humanizándose las divinidades se atiende más a la expresión del sentimiento, del dolor, y al sentido de la elegancia, no exenta de melancolía.
Se pueden resumir sus caracteres en:
Un creciente realismo que se concreta en el cultivo del retrato.
El afán de mayor expresión de los sentimientos humanos
Un tratamiento de los temas religiosos más cotidiano en el que trasluce el escepticismo de la época
Perduración, no obstante, de nuevos tipos de belleza ideal con cánones más alargados y estilizados
Sobresalen: Scopas, Praxíteles y Lisipo.
SKOPAS DE PAROS, nacido a principios del siglo IV, se distingue por el sentido melancólico y trágico que imprime a sus figuras. Sus obras fundamentales, frontones del templo de Apolo en Tegea y friso del Mausoleo de Halicarnaso, se conservan en estado fragmentario. Sus características se hallan fuertemente acusadas en la cabeza de Meleagro (Vaticano) y la cabeza femenina (Berlín), en las que el pathos típico de la obra de Skopas se acusa en la profundidad de los ojos, con la curva del arco superciliar muy señalada, y en el rictus amargo de la boca, que se contrae de dolor.
Por el contrario, PRAXÍTELES, que florece entre 360 y 330 a. C., es el escultor de la gracia juvenil, por sus rostros iluminados por una leve sonrisa idealizada y la grácil silueta, ligeramente incurvada, de los cuerpos, que ha de ser fuertemente acusada por sus seguidores, llegándose a un verdadero manierismo. De Praxíteles es la composición de Hermes con Dionisio niño, en el Museo de Olimpia. Tipo juvenil, con análogas
características, acusando la curva «praxitélica», es el Apolo Sauróctono. En tipos femeninos es su obra maestra la Afrodita de Cnido, obra realizada en el 370 y representa a Afrodita en el momento de disfrutar del baño ritual, por lo que aparece desnuda y depositando suavemente sus ropas sobre un jarrón (en su momento escandalizó), destacan las "curvas praxitelianas", su actitud recatada e ingenua con una mano sobre el pubis, el tratamiento gestual idealizado pero cargado de una media sonrisa.
En la segunda mitad del siglo destaca en el Peloponeso LISIPO, discípulo de Polícleto y escultor favorito de Alejandro Magno, a quien teirata en numerosas ocasiones. Con Lisipo el canon de Polítleto se hace más esbelto, a la vez que la elegancia de la curva praxitélíca se trueca en movimiento, características típicas reflejadas en su Apoxiomenos del Vaticano, representando un atleta que se limpia la arena con el strígilo. Se le atribuye, además, la estatua de Heracles Farnesio (bronce del Museo de Nápóles).
Periodo Helenístico
La expedición y conquista de Alejandro desplazó los centros de cultura hacia las nuevas capitales del Helenismo. Si bien en un principio se continuó la tradición de las escuelas áticas y de Lisipo, se tiende cada vez más a huir del idealismo del período clásico, hacia el realismo y la expresión del movimiento, se busca lo individual, tendiendo a captar la pasión y el sentimiento, los temas cambian difundiéndose el retrato y los relieves históricos, apareciendo las efigies de los humildes. Al estilo de Lisipo corresponde aún el Hermes sentado del Museo de Nápoles, y la magnífica Ménade del Museo de Berlín.
Al mismo tiempo aparecen las escenas del género, como el Niño con el ganso, de BOETHOS, y el desnudo femenino se propaga rápidamente, del que son ejemplos de primer orden las Afroditas de Medicis, Viena y de Milo (Louvre).
En el siglo II surgen las escuelas locales de Pérgamo y Rodas, principalmente. A la primera pertenecen los grupos, de la época de Átalo I, con representaciones de las luchas contra los galos invasores, con las realistas y magníficas representaciones de galos moribundos y heridos; pero, no obstante, la obra capital de esta escuela, y quizá de todo el arte helenístico, son los relieves del altar de Pérgamo, erigido por Eumenes II, en la primera mitad del siglo II a. C., en el que se representa la lucha de los dioses contra los gigantes, con un sentido dramático no superado en la plástica griega.
A la escuela de Rodas, íntimamente ligada con la de Pérgamo, pertenece el grupo del Laoconte y sus hijos—obra del escultor AGESANDRO y sus hijos POLIDORO y ATANODORO—, representados engarzados por los anillos de la serpiente, grupo de un hondo sentido trágico que luego, al ser descubierto en 1506, hubo de inspirar a los artistas del Renacimiento. El grupo describe el pasaje de la Eneida de Virgilio, cuando Laoconte, sacerdote de Apolo, se opone a la entrada de un caballo griego en la toma de Troya; es entonces cuando él y sus hijos son atacados por sendas serpientes sobre el altar de Poseidón, al que habían ofendido. Todo es dramatismo, teatralidad y movimiento, lo que nos da idea de su barroquización. Debe valorarse el estudio anatómico del padre en el que se marcan músculos y venas; la expresión de los rostros acompaña todo el conjunto. A la escuela de Rodas pertenece la obra de APOLONIO y TÁURICO DE TRALLES, el Toro Farnesio (Museo de Napóles), que representa el castigo de Dirce por sus hermanos, que la atan a un toro salvaje.
Al igual que en la arquitectura, existe una periodización escultórica que es la siguiente:
- Período arcaico: del S.VII al 500 a.C.
- Período de transición o Estilo Severo: del 500 al 475 a.C.·
- Período Clásico: del 480 al 313 a.C.
- Período Helenístico: del 313 al 146 a.C.
En principio y como ya hemos visto, se trata de un arte humanista (el ser humano es la medida), pero tamizado por la idea de "lo bello" y "lo bueno", lo que obliga a corregir la propia naturaleza para mejorarla según unos modelos y paradigmas.
Los materiales son el bronce, la piedra o el mármol, en la mayoría de los casos coloreados y con incrustaciones de materias vítreas en los ojos y láminas rojizas en los labios.
Se trata de una escultura de bulto redono y en relieve que se adapta al marco arquitectónico
Para poder comparar las distintas etapas hay que tener en cuenta:
- Mayor o menor ciencia anatómica
- Mayor o menor conquista del movimiento
- Mayor o menor sentido del parecido individual
- Mayor o menor expresión del sentimiento
- Mayor o menor consecución de la perspectiva
- Mayor o menor ordenación de grupos complejos
El verdadero periodo arcaico comprende los siglos VII y VI a. C.. Anteriormente se sabe de la existencia de los "xóana", exvotos estilizados de carácter mágico que eran normalmente de madera y se convirtieron en los antecedentes de los KURÓS y KORÉ, modelos masculino y femenino respectivamente de la escultura arcaica.
Es difícil establecer clasificaciones rigurosas porque muchos de los artistas que los ejecutaban circulaban fácilmente por el mundo griego. Lo significativo empiezan a aparecer obras firmadas lo que nos habla de que la valoración del artista es que crecia notablemente.
La Dama de Auxerre es una figura de líneas elementales, actitud exvota, escultura bloque. De cintura para arriba se intenta dar un cierto naturalismo femenino. Se descubrió en Creta y pasa por ser la primera obra que se conserva completa; se trata de una estatua votiva y destaca su sentido de frontalidad, el pelo sigue la moda egipcia del peinado en pisos, desproporciones evidentes (las manos) nos alejan del naturalismo. Otra xoana en piedra es la Hera de Samos, ya de la primera mitad del s. VI y con características similares, las cuales se pueden resumir en rigidez, hieratismo, frontalidad y sentido de bloque.
El Kurós (Kuroi en plural) son atletas vencedores en los juegos, héroes desnudos y representados de pie, con los brazos pegados al cuerpo y la pierna izquierda adelantada. Todavía son figuras demasiado estáticas e inexpresivas, acusando un cierto frontalismo de influencia oriental, con los ojos demasiado prominentes y el pelo es una masa compacta surcada por líneas geométricas que caen sobre la espalda.
Estos Kuroi irán evolucionando hacia un naturalismo y una elegancia cada vez mayor.
Estilo Severo
La tipología de Kurós y Koré evoluciona en formas anatómicas, en pliegues de los vestidos, en peinados, se elimina poco a poco ese hieratismo, esa sonrisa arcaica inexpresiva. Así llegamos al primer tercio del siglo V donde la escultura atraviesa una fase de transición que preludia la época arcaica. La producción artística del estilo severo se caracteriza por una cierta idealización de la figura humana pero mucho más cercana a la realidad, expresión seria de la figuras (como contrapunto a la sonrisa arcaica), el equilibrio, la serenidad y la dignidad en el tratamiento de las divinidades.
El ejemplo más representativo del estilo severo es el Aúriga de Delfos. En esta época las técnicas del bronce adelantan a las del mármol (cera perdida). Esta es una obra en bronce que data del 474 a.C. y es atribuida a Pitágoras de Samos. Es la única figura del grupo que se conserva y muestra al conductor de una cuádriga victoriosa, encargada por el tirano Polyzalos de Gela para conmemorar su victoria en una carrera de cuadrigas en Delfos. Vemos en él todavía una cierta rigidez pero el naturalismo es muy superior al kurós arcaico, sobre todo en la parte superior del chitón que está mucho más cuidadao que la parte inferior; el cabello también se trata con natulaismos. Otro ejemplo de este período es el grupo de los Tiranicidas del broncista Kritios. En ellos vemos una gran evolución en cuanto al estudio de las anatomías, con poses muy definidas.
Periodo Clásico
El siglo V representa para el arte griego su momento clásico. Conquistada la técnica, el artista expresa la idealidad soñada por la Grecia de Ferícles. La humanidad se diviniza. Este momento se halla representado por la gran triada: Mirón, Fidias, Policleto,
MIRÓN, natural de Eleutere, en Beocia, es escultor en bronce, distinguiéndose esencialmente por su sentido del movimiento. Sus obras las conocemos a través de copias: tales son el grupo de Atenea y Marsyas, y el Discóbolo, representación de un joven atleta en el momento de lanzar el disco.
El artista más representativo de la escultura ática en el siglo V es FIDIAS, nacido hacia 490 a. C., y al parecer educado en una ciudad jonia. Su actividad se concentra fundamentalmente en torno a la acrópolis ateniense. Fidias aporta a la perfección técnica una vida espiritual idealizada que informa todas sus obras, siendo por esto el
más genuino representante del arte clásico griego. De sus obras no ha llegado a nosotros ninguna original, y aun, en la mayoría de los casos, las copias son atribuciones, sin que pueda precisarse hasta qué punto responden a la obra del maestro.
De la gran estatua criselefantina (en oro y marfil.) de Zeus, que hizo para el santuario de Olimpia, sólo nos quedan algunas descripciones y su representación en las monedas, que nos permiten darnos una somera idea de ésta, una de sus obras maestras. Del mismo tipo, también criselefantina, era la gran estatua de Athenea Parthenos, que se alzaba en la cella del Parthenón ateniense, la que conocemos fundamentalmente a través de una pequeña copia, llamada del Varvakion, en el Museo de Atenas. Son obras suyas los dos frontones del Parthenón: el oriental, con la representación del nacimiento de Atenea de la frente de Zeus, y el occidental, que representaba, según Paussnias, el combate entre Poseidón y Atenea por la posesión del Ática; ambos, en estado fragmentario, se hallan en el British Museum, Bajo su dirección se ejecutaron también las noventa y dos metopas del Parthenón, con representaciones de combates de gigantes, centauros y episodios de la guerra de Troya, y el magnífico friso de las Panateneas, en el exterior de la cella, en el que se representaba la procesión que se organizaba anualmente para ofrendar a la diosa Atenea el peplo tejido por las vírgenes atenienses.
Más joven que Fidias es POLICLETO de Sicione, que forma con Mirón y Fidias la gran triada del siglo V.
Policleto se distingue esencialmente por fijar las proporciones ideales del cuerpo humano. A este respecto, con sus obras características el Doríforo o portador de lanza, conocido por «el canon», por ser en ella donde más claramente se fija la proporcionalidad entre las diversas partes del cuerpo humano; repitiéndose el tipo en el Diadúmenos, atleta que se ciñe la cabeza con la cinta de la victoria en los juegos. Relacionados con su estilo se hallan la Amazona herida, del Museo de Berlín, y el Efebo, bronce del Museo de Florencia, única obra que se supone original.
Al carácter idealista de las obras de Fidias y a la búsqueda de una proporcionalidad física en las obras de Polícleto sucede, en el siglo IV, un período en que humanizándose las divinidades se atiende más a la expresión del sentimiento, del dolor, y al sentido de la elegancia, no exenta de melancolía.
Se pueden resumir sus caracteres en:
Un creciente realismo que se concreta en el cultivo del retrato.
El afán de mayor expresión de los sentimientos humanos
Un tratamiento de los temas religiosos más cotidiano en el que trasluce el escepticismo de la época
Perduración, no obstante, de nuevos tipos de belleza ideal con cánones más alargados y estilizados
Sobresalen: Scopas, Praxíteles y Lisipo.
SKOPAS DE PAROS, nacido a principios del siglo IV, se distingue por el sentido melancólico y trágico que imprime a sus figuras. Sus obras fundamentales, frontones del templo de Apolo en Tegea y friso del Mausoleo de Halicarnaso, se conservan en estado fragmentario. Sus características se hallan fuertemente acusadas en la cabeza de Meleagro (Vaticano) y la cabeza femenina (Berlín), en las que el pathos típico de la obra de Skopas se acusa en la profundidad de los ojos, con la curva del arco superciliar muy señalada, y en el rictus amargo de la boca, que se contrae de dolor.
Por el contrario, PRAXÍTELES, que florece entre 360 y 330 a. C., es el escultor de la gracia juvenil, por sus rostros iluminados por una leve sonrisa idealizada y la grácil silueta, ligeramente incurvada, de los cuerpos, que ha de ser fuertemente acusada por sus seguidores, llegándose a un verdadero manierismo. De Praxíteles es la composición de Hermes con Dionisio niño, en el Museo de Olimpia. Tipo juvenil, con análogas
características, acusando la curva «praxitélica», es el Apolo Sauróctono. En tipos femeninos es su obra maestra la Afrodita de Cnido, obra realizada en el 370 y representa a Afrodita en el momento de disfrutar del baño ritual, por lo que aparece desnuda y depositando suavemente sus ropas sobre un jarrón (en su momento escandalizó), destacan las "curvas praxitelianas", su actitud recatada e ingenua con una mano sobre el pubis, el tratamiento gestual idealizado pero cargado de una media sonrisa.
En la segunda mitad del siglo destaca en el Peloponeso LISIPO, discípulo de Polícleto y escultor favorito de Alejandro Magno, a quien teirata en numerosas ocasiones. Con Lisipo el canon de Polítleto se hace más esbelto, a la vez que la elegancia de la curva praxitélíca se trueca en movimiento, características típicas reflejadas en su Apoxiomenos del Vaticano, representando un atleta que se limpia la arena con el strígilo. Se le atribuye, además, la estatua de Heracles Farnesio (bronce del Museo de Nápóles).
Periodo Helenístico
La expedición y conquista de Alejandro desplazó los centros de cultura hacia las nuevas capitales del Helenismo. Si bien en un principio se continuó la tradición de las escuelas áticas y de Lisipo, se tiende cada vez más a huir del idealismo del período clásico, hacia el realismo y la expresión del movimiento, se busca lo individual, tendiendo a captar la pasión y el sentimiento, los temas cambian difundiéndose el retrato y los relieves históricos, apareciendo las efigies de los humildes. Al estilo de Lisipo corresponde aún el Hermes sentado del Museo de Nápoles, y la magnífica Ménade del Museo de Berlín.
Al mismo tiempo aparecen las escenas del género, como el Niño con el ganso, de BOETHOS, y el desnudo femenino se propaga rápidamente, del que son ejemplos de primer orden las Afroditas de Medicis, Viena y de Milo (Louvre).
En el siglo II surgen las escuelas locales de Pérgamo y Rodas, principalmente. A la primera pertenecen los grupos, de la época de Átalo I, con representaciones de las luchas contra los galos invasores, con las realistas y magníficas representaciones de galos moribundos y heridos; pero, no obstante, la obra capital de esta escuela, y quizá de todo el arte helenístico, son los relieves del altar de Pérgamo, erigido por Eumenes II, en la primera mitad del siglo II a. C., en el que se representa la lucha de los dioses contra los gigantes, con un sentido dramático no superado en la plástica griega.
A la escuela de Rodas, íntimamente ligada con la de Pérgamo, pertenece el grupo del Laoconte y sus hijos—obra del escultor AGESANDRO y sus hijos POLIDORO y ATANODORO—, representados engarzados por los anillos de la serpiente, grupo de un hondo sentido trágico que luego, al ser descubierto en 1506, hubo de inspirar a los artistas del Renacimiento. El grupo describe el pasaje de la Eneida de Virgilio, cuando Laoconte, sacerdote de Apolo, se opone a la entrada de un caballo griego en la toma de Troya; es entonces cuando él y sus hijos son atacados por sendas serpientes sobre el altar de Poseidón, al que habían ofendido. Todo es dramatismo, teatralidad y movimiento, lo que nos da idea de su barroquización. Debe valorarse el estudio anatómico del padre en el que se marcan músculos y venas; la expresión de los rostros acompaña todo el conjunto. A la escuela de Rodas pertenece la obra de APOLONIO y TÁURICO DE TRALLES, el Toro Farnesio (Museo de Napóles), que representa el castigo de Dirce por sus hermanos, que la atan a un toro salvaje.
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