lunes, 17 de enero de 2011

LA PINTURA DEL CUATTROCENTO

PINTURA


Desde el Renacimiento, la pintura va a cobrar una especie de primacía que hasta entonces no tenía pero que le permitirá llegar hasta nosotros como el arte rey. La implantación (aunque no generalizada) del cuadro al óleo y sobre tela tendrá mucho que ver en esto al igual que el talento de los artistas que comentaremos a continuación y en los que encontraremos un estilo personal, una investigación propia.
Lo perspectiva y lo conquista de la realidad en un espacio bidimensional
El descubrimiento y la aplicación de las leyes de la perspectiva lineal en la primera mitad del “Quattrocento” se realizan en la ciudad de Florencia, en el ambiente cultural de la alta burguesía progresista. Se produce un cambio cultural del modo de ver y del modo de representar, por lo que la expresión plástica adopta una visión del espacio natural, perfectamente mensurable, construido científicamente y representado según normas matemáticas.
El descubridor de la perspectiva lineal, Brunelleschi, es el primer arquitecto que pensó y concibió la arquitectura como espacio. De este modo la ciencia perspectiva supera los límites propios de la práctica pictórica y constituye la base de las artes del diseño. Junto a Brunelleschi desarrollan la nueva técnica perspectiva el pintor Massaccio y el escultor Donatello. (“La Santísima trinidad” de Massacio).
El sistema de representación de la perspectiva lineal se basa en la intersección de la pirámide visual: se traza un haz de líneas constituyendo una pirámide cuyo vértice es el punto de fuga de las mismas (el llamado punto central); el eje de la pirámide une el ojo que percibe la realidad (llamado punto de vista) con el vértice o punto de fuga; y la base de la pirámide es la resultante de un corte por medio de un plano perpendicular al eje. Como todas las caras de la pirámide son triángulos, las diversas intersecciones posibles darán siempre triángulos semejantes y de lados iguales y en los diversos planos de profundidad el tamaño irá disminuyendo proporcionalmente a la distancia. Pero el plano de intersección no existe como plano concreto (sería el cuadro) sino que, para dar la ilusión de un espacio que se extiende en profundidad a partir del plano del cuadro, se simula que el observador contempla la realidad como a través de una “ventana abierta”.
En el siglo XV italiano pueden distinguirse desde el punto de vista formal dos grupos de pintores: los innovadores, que consideran la superficie pictórica como un campo de experimentación y, en la línea marcada por Giotto, quieren traducir una nueva corporeidad y espacio en perspectiva; y los que podemos denominar "continuadores" de la tradición y que, aunque son conocedores de los nuevos métodos, siguen inmersos en el mundo tardogótico. De los primeros tenemos como precursor a Masaccío, fundador del arte moderno, al que seguirán Perugino, Mantegna, Ucello, Signorelli o Fiero della Francesca. Del grupo de los continuadores podemos citar a Fra Filippo Lippi, Fra Angélico o a Sandro Boticelli. Un ejemplo representativo de cada uno de los grupos nos será suficiente para captar las notables diferencias.

MASACCÍO   es   a   la   pintura   lo   que   Brunelleschi   a   la arquitectura o Donatello a la escultura: un innovador y un precursor.  En frescos de la capilla Brancaccí de Florencia pinta La Trinidad (hacia 1425), el fresco de la iglesia de Santa Mario Novella.
Lo que destaca de esta obra es  el  ilusionistno espacial confiado a  la ficción arquitectónica y a  la  perspectiva geométrica: el punto de fuga va a parar a la base de la cruz y se crean cinco niveles de profundidad: del Dios Padre situado al fondo en el espacio de la bóveda a Cristo en la cruz pasando  por  San Juan y la  Virgen y  los donantes arrodillados en la escalera inferior del espacio exterior. La muerte pintada debajo de la composición se convierte en redención por el sacrificio de Cristo.
La estructura es claramente piramidal e introduce el ritmo por  la  alternancia  cromática  de  los  personajes  que  se resume en la figura del Dios Padre.

SANDRO BOTICELLI: ELEGANCIA Y BELLEZA

Sandro Boticelli: El pintor más representativo de la vida artística florentina. Toma sus temas  de las Fábulas y de la mitología antigua, pero su forma de pintar es puramente renacentista. Lo más llama la atención en su pintura es el dibujo de trazo nervioso, el movimiento que impregna toda; formas. Con frecuencia, elige como escenarios paisajes primaverales y presenta al cuerpo humano nudo. Sus personajes son refinados y de rostro melancólico. El pintor refleja en ellos su honda sensibilidad y su pesimismo.

El Nacimiento de Venus de 1484, temple sobre lienzo. La atención del cuadro se concentra más que en la masa en la línea de contornos. Una horizontal en alto marca el encuentro entre mar y cielo y es el contrapunto a la verticalidad de los troncos de los naranjos; en línea quebrada se adentra la ensenada y unas simplificadas uves sugieren el movimiento del mar, reservando para los personajes el incremento del ritmo a base de segmentos de curva.

Los colores son discretos. Un ámbito verde-azulado contrasta con la zona de timbre más bajo a la derecha de la composición para dejar sobresalir los cárnicos, casi marmóreos, a los que sumar marfiles, rosáceos y azules. La luz cenital, por su parte, acentúa la sensación de inmaterialidad.
La composición es triangular. Un segmento de arco marca el eje simétrico del personaje central mientras que las masas de la derecha con el manto hinchado equilibran a los personajes de la izquierda. A su vez hay una dirección que es la sugerida por el viento de izquierda a derecha y que la leve inclinación del cuerpo desnudo y de su cabello se encarga de recoger en el manto hinchado por el viento.
La iconografía nos regala dos escenas en una. En la primera Céfiro, abrazado a su consorte Cloros que se ha convertido en Flora, es el viento del Oeste; con suave brisa y entre lluvia de rosas -la flor de Venus- empuja hacia Citera la concha sobre la que se posa desnuda Venus. La otra escena que aparece simultáneamente es una de las Horas, divinidades de las estaciones, en concreto la que representa a la Primavera, acogiendo en su manto a Venus.
Estamos ante una alegoría profana, un tema mitológico que exalta el nacimiento de la belleza femenina en la autenticidad de los elementos de la naturaleza (agua, aire y tierra). A la vez el mito del nacimiento de la diosa se corresponde con la convicción cristiana del bautismo.
(Composición a partir de Carlos Mas)

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